He aprendido a sobrevivir de una manera extraña, no digamos que errada.
He aprendido a seguir las huellas de la bestia y encañonarla en el momento indicado.
He aprendido que cazan en manada pero no necesariamente al mismo tiempo.
He aprendido de mis colegas que así como ellas despiezan, desgarran, descuajan, así mismo se come su carne.
He aprendido que si su carne es podrida, se debe quemar, para que ni el buitre se pueda intoxicar con ella.
Lo único que no he aprendido es a dispararles en el centro de los ojos cuando están indefensas, moribundas. Me ha pasado varias veces, que expiando su vulnerabilidad termino una vez mordido o despiadadamente desmembrado. Unos más ingenuos dicen que esto es un juego o un cuento de hadas y se la pasan su vida entera dejando miguitas de pan para devolverse a casa y cuando se dan cuenta no llegan a su destino y el camino no tiene retorno: Hay un par de ellas esperándolo con ansiedad, cebando sus fauces con su carne.
Unas veces me colmo de toda la paciencia del mundo para esperarlas y aniquilarlas, hoy hambriento, su caucha carne anhelo pero no me aseguro que en cuanto la vea y me resienta de mi huevo izquierdo, empuñe mi escopeta y la mande a comer mierda.
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