Cuando la vulva se ha humectado hasta la saciedad y los gemidos empiezan a recordarse en una síncope sensual, los sudores se advierten y los olores se desbordan. Mi verga penetra su ser y su ser empieza a humectar mi verga. Se enciende el cabrestante, la recibo en mis brazos, apoyo mis codos en sus caderas que estan tiernamente acolchonados por ese gordito delicioso que tantas modelos aborrecen. Se sigue encerando la cubierta principal en un ritmo jadeante enloquecedor, se izan las banderas, se acaba el acto. Se limpian los sexos. Las escencias contaminan las manos. Los cuerpos se funden en una somnoliente pausa. El descanso del guerrero
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Hombre, respecto de la mujer, o mujer, respecto del hombre, con quien tiene relaciones amorosas.
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