Tuesday, July 09, 2019

Reflexiones del segundo libro de ese testamento

Viejo pedorro.

Llevo unos días pensando en usté bastante, mano. Hoy, por ejemplo, supe que su vida había acabado, más que triste, violentamente, y por más que la gente lo obvie, es más que eso que está en frente de nuestras narices.

Parece que es más violento lo obvio, la desasón, pero capaz que en las sutilezas de un grito, de una mueca, de una caricia, hay más sangre y ferocidad. Capaz que esa vez fue igual a mi vez en la que tiramos ella y yo, mientras ella desencajaba la mandíbula, gruñía en vez de gemir y se mojaba como nunca antes lo había hecho. Capaz que lo obvio es pensar que esa vez fue la mejor o la peor vez que tuvimos sexo en nuestras vidas pero eso apenas es lo obvio.

Más allá de la chucha olor a cebolla que se excruta como un cerdo en esos momentos, hay vivencias de un pasado peor, más cruel, más doloroso, más sigiloso, más profundo, más enclavado en nuestro inconsciente y en nuestra historia. Esa historia que para mi fue de dos y que para usté pudo haber sido dos, o más de dos, o más de cuatro, o más de ocho.

Hoy lo invoco porque está en mi mente, porque lo pienso pero también porque su recuerdo llega así, como llegan los recuerdos podría decir el Cuentahuesos, y así interrumpiendo su llanto eterno, como el del niño que no entiende y no puede expresar que tiene más que sed, que está antojado de esa bebida fría y burbujeante, que justo en vida se la negaron, hoy así en su frustración y en su dolor, le agarro ese cachete, le borro ese rastro de lágrimas imparables, arrastro mi pulgar hacia su comisura, y en un acto de perversión ficticia, le arrastro todo el labio en señal de jocosa degeneración y en su retorcida mente, ágil pero retorcida, sonríe porque entiende el chiste pesado, negro, ácido y se desternilla.

¡Viejo pedorro!
- Lo invito a un whisky ¿Qué quiere?
- Single malt. Raro. 12 años
- Hay Jaimito
- Hágale qué jijueputas

 Finem fabula.

 Él siente sus rodillas de nuevo. Se pone en pie. Saca un fajo limpio de billetes de 20 lucas. Pide un hielo en forma de bolita. Su rastro de lágrimas se confunde en la penumbra y el brillo vuelve a sus ojos. Se siente útil de brindar, una vez más, el mayor de los placeres, el sabor a madera y caramelo alcoholizado en mi garganta.

Salud.

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