Monday, December 01, 2008

Palabras para el Matrimonio Tominat




Que chimba es hablar en el matrimonio de estas dos pichurrias.

Mi idea no es discutir quién es más pichurria que quién, quién se merece a quién, pero por si las moscas, para dejarlo sobreentendido, para dejarlo bien claro y no discutirlo más, aquí se casó mejor Tomás que Natalia. Punto.

Pero eso, repito, no es lo más importante, me parece más rescatable resaltar el hecho, el sobrehecho y sobre el lecho que esta relación se ha venido forjando con la paciencia, la perseverancia y el cariño de estos dos amigos durante un largo periodo, donde todos nosotros hemos sido espectadores de esta linda experiencia. Justo se me vienen a la cabeza dos porciones de Tanqueray por una de Vermouth, aceitunas, un par de copas de martini y el colchón del Parra que tenía en la sala. Pues sí, ustedes de pronto no lo tengan muy claro (seguramente con tanto martini yo tampoco sea el más idóneo para explicarlo) pero esto se remonta a las épocas donde el Parrinski vivía en La Caracas y dos apartamentos abajo, su humilde servidor. Acostumbrábamos a ver desde las PopStars hasta el mundial de Corea-Japón acompañados de un martini. Y así, por el apartaco no faltaba ni Moncada, ni Davinchi, ni Tico, ni Tomás.

En esas se estaba una noche, cuando Tomás... ¡¡¡Ustedes conocen a Tomás!!! Ese Tomás que quiere decir algo y no lo dice, que está preocupado y no lo aclara, que se pone la cabeza entre las rodillas y se rasca la cabeza, pela los ojos, mira al infinito y apenas se siente un tosido, en el que masculla: "Tengo algo que contar". Después empieza a perseguirse la cola, y continúa diciendo que va a contar algo pero IGUAL no lo cuenta, que tiene un problema pero SIGUE sin contar nada, ¡¡Qué joda Tomás!! ¡¡Hable a ver!! En esa ocasión, estábamos Parra, Tico y los tres escuchábamos atentos como Tomás definía a la mujer de su vida, a la mujer que engolosinaba sus pensamientos y enmelocotonaba su ser.

Parecía que Tico y Parra entendían que era la primera vez, en mucho tiempo, que Tomás, sentado ahí, en una de esas sillitas marchitas que componían la sala de Parra, abría su corazón y desesperado quería controlar su inercia por irse de bruces contra esa mujer que lo tenía adormilado. Yo mientras tanto seguía tomando mis martinis y escuchaba a Parra dar lecciones de cómo conquistar mujeres, esa noche soltó dos trampas de oso, tres nasas para peces medianos y una escopeta de doble cañón con suficiente munición para un safari africano. Otro día les cuento todos esos secretos de Parra y su importancia para la humanidad.

Al final fue suficiente para que después de seguir todas sus indicaciones y pasadas tan sólo tres semanas, Tomás estuviera presentando a la mujer que lo acompañaría de ahí en adelante. Ella apenas estaba saliendo con él, no creo que se haya imaginado lo que se le venía pierna arriba en esos seis años junto a él. ¡¡Ay dios mio!! ¡Pichurria él, pichurria ella! Hoy los tenemos juntos y de corazón espero verlos así por mucho, mucho tiempo.

Yo no me vine a despertar de mi embriaguez sino justo hasta el momento en que hace unas semanas completamente vulnerable, Tomás me dice: "Le tengo reservaditos unos minutos de micrófono".

2 comments:

  1. Al final todo salió bien.

    Me zampé un trago doble de selloloco y me puse al frente de la audiencia.

    Me tembló la voz, me temblaron las piernas y me temblaron las manos.

    Yo tenía ritmos previos en la lectura, pues estaba muy nervioso y me los aprendí con anteriroridad, pero nunca me dí cuenta con certeza si me estaban escuchando realmente; Maria dice que disfrutaron mucho de la lectura que Tomás, Natalia y Don Pepe estuvieron muy contentos.

    Yo me alegro que todo haya salido bien. Al final el mito que 24 tellos son suficientes pa' emborracernos era cierto. Mito comprobado.

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  2. gran momento ...
    grandes palabras...
    puro corazón ...
    gracias miguelito.

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