Escucho peleas afuera de la casa y los gritos atraviesan mi ventana. Suena un disparo, luego otro y finaliza la secuencia con un tercero. Continúa la discusión y entiendo que se disparaba al aire mientras se discutía. Uno, dos y tres. Tras la ventana, termino imaginando, tenebrosamesnte como traspasarían, uno, dos y tres disparos...
No logro materializar que podría suceder si alguno de ellos nos alcanzase, sin embargo, mi piel se eriza, mis ojos se aprietan y un delicado cosquilleo recorre mi dorso. Me apresuro a tomar su mano y le digo que la adoro.
Otra versión del destino me tendría absorto y desgarrado en llanto.
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